sábado, 8 de mayo de 2010

Carta de Rafael Madan a Liborio Llorente

Foto: Amando y Liborio el día que se encontraron casualmente en Zaragoza durante la Guerra Civil Española.
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Oakton, Virginia
2-V-2010

¡Muy Liborio mío, y queridísima familia!

En estos momentos de tantísimo dolor, las palabras (hay que decir la verdad) ofrecen poco consuelo – o mejor dicho, ofrecen un medio bastante pobre para expresar lo que siente uno y el calor que desea comunicar–. Sé – y de sobra – cuánto se siente este fallecimiento allá en Villa, pueblo que tanto quiero y recuerdo con tanto cariño. ¿No fue él mismo quien agenció mi primera temporada ahí como pinche? ¿No fue ahí donde oí, de tus propios labios, la maravillosa historia de tu encuentro con él en la estación de trenes de Zaragoza en plena guerra? (¡Qué bueno que aquella película de Tarzán fue tan mala!) Y si el Señor se vale de películas aburridas para producir sus milagros, cuánto más ha podido producir con el milagro que ha sido la maravillosa vida de este hermano tuyo. Me llevas Liborio, unos cuantos años, y conociste a tu hermano, por supuesto, mucho más de lo que yo, pero fue él mi padre espiritual desde mi nacimiento y en algo comparto tu pérdida. Desde aquí puedo asegurarte que hay miles y miles que debemos nuestra santa fe – y nuestra salvación eterna – al valor, hombría, y sacerdocio de este hermano tuyo. Hoy lo enterramos, y él ha comenzado su gran encuentro familiar en el cielo. Que nos reunamos todos ahí en la mesa del Señor.

Un abrazo fortísimo,

Rafaelito

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