lunes, 3 de mayo de 2010

Mis recuerdos sobre tío Amando ...

Foto: Nuestra última tarde en España con tío Amando.
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· En mi niñez yo tengo dos imágenes de él: a - Venía todos los años en agosto con una camiseta de regalo para los sobrinos, de colores chillones y tallas amplias, que se convertía en el uniforme de verano. b – Las reuniones nocturnas en la galería de tío Joaco, después de la merienda de tía Encarna, en las que ensayábamos canciones caribeñas: “Adiós, Borinquen querida”, “Qué será” o “Cuando salí de Cuba”. A medianoche volvíamos para Villafalé en burro o en yegua repasando las canciones con mi padre.

· A los trece años, en el seminario, solían leer en el comedor las aventuras de tío Segundo en Alaska. De repente la noticia empezó a ser tío Amando y su salida “pies en polvorosa” de Cuba. Estuve una semana en la Universidad de Comillas mientras él daba un curso sobre la situación religiosa y política en Cuba. Allí empecé a admirarle como orador.

· Ante un atril y un micrófono era único. En mi vida he oído miles de discursos, homilías o conferencias. Para mí él era el mejor. Estaba inundado de Dios y lo sabía decir como nadie. Su sermón era la “guinda” en todas las celebraciones familiares. Hasta el último momento, con 91 años, en la boda de Pepe en Palencia nos dejó a todos “boquiabiertos” con una homilía modélica e impecable en el fondo y en la forma. Si tuviera que destacar uno de sus discursos iría a la catedral de León en la boda de Beatriz. Es verdad que allí estaban escuchando sus dos amores: Cuba y su familia. La misa la había dicho Amado. Él sólo habló tres minutos al final. ¡Insuperable!. Con aquel “for ever” a los novios llenaba de sonido los muros de la catedral. El último día que yo vi a tío Amando ante un micrófono fue en Mayorga. Al final de la misa, el coro de las monjas inició “la salve”. No sé de donde sacó la fuerza para tapar con su voz al público y al coro. Se veía a tío Amando emocionado y fuera de sí. Matilde me comentó “es la despedida de tío Amando”, y acertó.

· Vino con Lázaro a verme al Instituto. Allí nos encontramos a un profesor, compañero, en silla de ruedas, paralítico. Tío Amando me comentó: “Sólo le pido a Dios que me lleve antes de verme así”. Y Dios se lo concedió, morir en plena actividad, con la mente lúcida y sin dar “la lata” a nadie. Este es un motivo más de alegría. Estos días yo he visto en la familia sentimientos contrarios: tristeza porque se nos ha ido nuestro buque insignia familiar y alegría porque sabemos que tío amando ha vuelto con sus padres, con tío Segundo, con nuestros padres, … a la casa de Dios.

Secundino Llorente.
VILLAFALÉ. León

4 comentarios:

  1. Excelente este comentario. La verdad es que estuvo preparado para el "encuentro eterno" y Dios le ha regalado la muerte que el hubiera querido. Se que entre algunos de nosotros los Agrupados le preguntabamos de vez en cuando que a donde iba a ir primero cuando llegaba al cielo? A sus padres? a la Virgen? a San Ignacio? A sus hermanos? Como dijo ayer en la homilia el Cardenal, se conoce a uno por sus amores. En el caso de el, ya esta con los amores suyos.

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  2. Aprovechando la coyuntura, voy a vertir algunos de mis recuerdos sobre Tio Amando.

    Cada verano llegaba a Mansilla Mayor, y era especial desde antes de verle, supongo que por los deseos de todo el pueblo, y más los de la familia, porque estuviera entre nosotros. Tía Montse preparaba el cuartín y Tío Joaco el Ford Fiesta, consciente que tenían que ir a Mayorga, a ver a Tío David, a Riaño, a la Catedral o a cualquier lugar, en realidad el sitio no era lo más importante. Mientras uno conducía, el otro leía el periódico y le iba contando las noticias, previo "ven con nosotros a caminar, Santa María ven,...", que iniciaba todos sus viajes. Así siempre iban protegidos.

    Te veía y su saludo ya era de una personalidad única. Su abrazo era todo potencia, empatía y sinceridad.
    Tras unos primeros días de mucho ajetreo, encontraba el hueco para sentarse, él y Tío Joaco, en el porche de casa. En ese momento comenzaba una clase magistral sin igual. Los temas eran infinitos, cada día uno, las historias diversas, llenas de aventuras, pero sobre todo,llenas de enseñanza. La visión de Tío Joaco era mundana, aplicable a la vida diaria, llena de cordura y picardía. La de Tío Amando iba más allá, tenía un componente trascendente, espiritual, único, difícil de entender, con una convicción y una penetrancia que inspiraba una reflexión profunda. Por tanta enseñanza transmitida nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos.
    Al terminar, se levantaba siempre con el mismo ritual, sombrero "cubano", cacha en mano y a seguir andando el camino.

    Para terminar, mi último recuerdo de Tío Amando fue una conversación con él, el pasado verano, hablando de su vida, y él decía no poder pedir más a Dios, porque le había concedido "too much", yo creo que él, para nosotros, también fue demasiado, "too much".

    Un Abrazo
    Joaco Llorente

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  3. SUS PALABRAS ERAN DARDOS DIRECTOS AL CORAZÓN

    En la tarde del día 28 de abril, Geli se encargaba de darme la noticia. Tío Amando había muerto ¿Será posible? Y rápidamente afloran en mí sentimientos contradictorios, muchas preguntas y un montón de recuerdos.
    Gracias Secundino por traer a mi memoria aquellas noches de verano en compañía de tío Amando y todos los demás. Allí cantamos juntos, fuimos felices juntos y con ojos de niños asombrados admirábamos cada año a ese ciclón llamado tío Amando que nos visitaba.
    Estoy de acuerdo con Joaquín, su llegada ya era especial antes de verle. Mi madre, Gelina, decía confiada: “ seguro que este año viene más tranquilo”, para constatar a los pocos días que su vitalidad seguía intacta.
    Tía Encarna repasaba el palomar para comprobar que los pichones estarían a punto para esas fechas “…sólo por comer este arroz con pichones merece la pena el viaje desde Miami” afirmaba (yo intenté imitar ese plato los últimos veranos, pero cada año sumaba un nuevo fracaso, no sólo me faltaban los ingredientes, seguro que también parte del cariño y el esmero de aquellas manos)
    El verano pasado estuve con él visitando el Museo Etnográfico de Mansilla de las Mulas. Allí revivía su niñez contemplando especialmente las fotografías de la Montaña de León , Riaño, las ferias, la trilla, los retratos de los mayores… y recordaba inevitablemente a sus padres, abuelo Luis y abuela Modesta y por extensión a otros familiares y vecinos a los que conoció y me decía: “¡Qué personas éstas! ¡Cuánta serenidad transmiten! ¡Cuánto equilibrio y sensatez había en ellas! … son nuestras raíces”. Y yo le decía ¿quieres que demos otra vuelta? recarga tus pilas que vas a tardar un año en volver…
    Ya en el coche me propuso ir al Monasterio de Sandoval, lugar al que acudía diariamente en su paseo matinal y reflexionó:
    “¡Qué cosa Matildita! (esa era yo para él) cuando ya no estemos aquí el Monasterio seguirá aquí, eso es lo que pasa con las buenas obra. “
    De acuerdo Pilar cuando afirmas que su labor misionera seguía ejerciéndola en vacaciones con la familia, y de qué manera, sus palabras eran dardos directos al corazón.
    Y me temía que estábamos cerca de la despedida. Pero sólo por momentos, porque recuperaba rápidamente su tono vitalista y siempre joven que nos contagiaba a todos.
    Así era nuestro tío Amando. Así y muchas cosas más que no cabrían con comodidad en esta urgente semblanza que sólo quiere ser una más en el recuerdo.
    7-mayo-2010. Matilde. Mansilla Mayor (León)

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    1. Matilde: No sé cómo he acabado en esta página donde siento que se nutren mis raíces con tu hermoso escrito "in memorian" por el tío Amando. Siempre he deseado tener delante el árbol genealógico de la familia pues yo te conocía a ti como como una colega y una mujer estupenda en vitalidad y empatía pero apenas recordaba que tu madre -que recuerdo perfectamente y su trato cariñosísimo que siempre tuvo conmigo- era prima de la mía y los vínculos son mayores de lo que esperaba. Cada vez siento más apego por esta tierra entre estos dos magníficos ríos y me encanta que mi hija sienta lo mismo. Bueno, no sé si leerás esto pero, cuando te vea, te lo habré de decir de palabra en el mismo pueblo...o en un paseo por el "carbonífero"...o devónico!! Un gran beso, Oscar (Durántez Romero...por si acaso)

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